martes, 29 de diciembre de 2009

Seamos sinceros.-


Pues bien, ha llegado el momento de pararse frente al espejo y abrir los ojos. Es la hora de enfrentar la realidad. Ésta desagradable y enfermiza realidad, que intentaste evitar durante tanto tiempo, escondiéndote de ella entre los libros, la música, el cine, tus amistades y el internet. La realidad que simplemente no acabas de comprender, y que no quieres admitir que es real. Pero claro que es real, pues de lo contrario no se llamaría ¨Rea-li-dad¨.

Entras al cuarto de baño, con la luz apagada para evitar un contacto prematuro e impactante contigo mismo. Te paras al lado del espejo, del lado que está cerca de la poceta, porque el interruptor de encendido siempre está al lado de la puerta. Te sientes nervioso, a pesar de que fué tuya la decisión de plantarte ante tí mismo. Tienes miedo, porque  pesar de todos los años que llevas viviendo contigo mismo, no te conoces realmente y no sabes con qué te podrías encontrar. Te das cuenta de que es la primera vez que vas a tomarte un momento para verte a tí mismo, pero no como todos los días por la mañana, cuando estás más dormido que despierto y te desplazas desde tu cuarto al baño arrastrando los pies, para vaciar la vejiga de ese líquido que siempre es más putrefacto y concentrado por las mañanas, arremeter contra tus dientes con un cepillo cubierto de una misteriosa crema blanca (aunque a veces tiene rayas o estrellitas) que no sabes cómo se hace ni que función cumple, sólo sabes que quita el mal aliento y deja un sabor mentolado en la boca. 

Esta vez es diferente. Esta vez te preparas para enfrentarte a tí mismo. Para realizar varios estudios sobre tu persona.

Primero un estudio visual, para conocer en realidad los detalles que los demás pueden apreciar, pero tu no. Quieres saber cual es en realidad el color de tus ojos, y por qué algunas veces te han dicho que son preciosos. Quieres saber cómo luce tu sonrisa, y practicar los diferentes tipo de sonrisas de que dispones en tu repertorio. La sonrisa clásica, la sonrisa cordial, la de buenos días, la hipócrita, la de carcajada, la cínica, la malévola, la sonrisa de compromiso. Quieres descubrir cómo es que las imperfecciones que conforman tu rostro se compaginan entre sí, convirtiéndote en un individuo singular.

Luego un estudio psicológico. Sabes que la psicología no es realidad una ciencia, pues se basa en el estudio de la conducta y del subconsciente de los individuos, lo que es un problema porque en realidad no es posible deducir cuando alguien está siendo sincero, en lugar de tratar de convencernos de algo. Además, a los psicologos les gusta hacer tests de personalidad e inteligencia, pero resulta que dichos tests son hechos por otro humano como tú. Consecuentemente, está basado en reglas arbitrarias impuestas por el creador del test, que intenta medirte con la misma vara que empleó para sí. Puras tonterias. Con la única persona que realmente puedes ser honesto y sincero es contigo mismo. Hay cosas que no quieres que otros sepan. Guardas secretos sobre tí, sobre los demás, que no deseas hacer públicos, aunque sea una sola persona la que los escuche. Reflexionas un poco sobre cómo es tu personalidad, descubriendo que a pesar de que aparentemente eres único, en realidad hay mucha gente como tú. Sabes que disfrutas silenciosamente muchas cosas, cosas que no deberían ser agradables según la sociedad. Sabes que eres un cínico incognito, soltando comentarios capciosos y preguntas comprometedoras, camuflándolos bajo la máscara de la inocencia. Sabes que eres un malnacido, y lo disfrutas. Lo disfrutas aunque intentas que los demás no lo sepan. Eres un peón mas en un tablero de ajedréz, víctima de las decisiones de otros, de las reglas impuestas por personas que no te preguntaron si eran de tu agrado. Vives la mentira que te obligaron a crear para encajar en una sociedad sin sentido, que aparentemente busca la armonía, pero en realidad se dirige a su total destrucción.

Ahora viene lo más dificil. La proyección instrospectiva. Ahora haces un rápido recuento de qué has hecho en el pasado, qué haces actualmente e intentas deducir vagamente hacia dónde te diriges. Recuerdas cómo tu vida ha progresado impetuosamente, dirigida por las decisiones que tomaste, las que considerabas como de máximo provecho. Recuerdas tristemente cómo algunas de ellas no resultaron ser tan provechosas, y te llevaron cerca del abismo. Te das cuenta de que actualmente te sientes estancado, pues a decir verdad no persigues ningún objetivo específico. Reconoces valientemente que, a pesar de que a los demás has dicho lo contrario, no tienes metas que alcanzar, pues no has logrado definir el rumbo a seguir. No sabes qué es lo que en realidad quieres. Te molesta la manera en que las cosas pasan. Te molesta la incomprensible mecánica con que la vida trabaja. Te molesta darte cuenta de que cada día trabajas más y obtienes menos a cambio. Te molesta ver cómo los años van pasando ante tus ojos, y sigues en el mismo lugar, haciendo las mismas cosas, observando cómo lentamente tienes cada vez menos a tu alcance. 

Hechas un vistazo a las vidas de los que crecieron contigo, y te sorprende cómo ellos aparentemente lograron avanzar. La mayoría tienen están casados y tienen hijos, y lo más asombroso es que son hijos que en realidad desearon tener, no ¨metidas de pata¨. En cambio, tú sigues solitario, trabajando y trabajando. Te preguntas: ¿Que hicieron ellos que yo no? ¿Es que acaso la vida tiene algo en mi contra? ¿O es que ellos vieron algo que yo no pude?. 

Finalmente, te sientes un poco más tranquilo. Lograste enfrentarte a tu peor enemigo. Y es que en el fondo, somos nuestros peores enemigos. Somos nosotros mismos los que causamos nuestras desdichas, mediante nuestras decisiones. Respiras profundo mientras te miras a los ojos, pensando que en realidad no eres tan mala persona como pensabas. Que a pesar de tus miedos, frustraciones y defectos, también tienes virtudes. También hay muchas cosas buenas en tí. Que has logrado cosechar logros importantes, aunque sólo lo sean para tí. Que te has ganado un lugar bien merecido en tu entorno, el cual puedes defender en cualquier momento y bajo cualquier circunstancia. 

Enjuagas tu rostro con un poco de agua. Te miras nuevamente en el espejo, y sonríes. Te regalas a tí mismo una sonrisa de satisfacción, porque ahora eres diferente. Ahora te conoces mucho mejor. Dejaste de ser un extraño para tí mismo. Estás satisfecho, porque aunque no lograste resolver nada, ahora tu conciencia y tu cuerpo son uno solo, y no un huesped y un habitante.-

2 comentarios:

Este corazón mío.- dijo...

Una reflexión muy buena, y cierta, gracias por compartir, te saluda tu amiga en la distancia.

Javier dijo...

me hiciste reír con eso de entrar con la luz apagada en el baño, muy buena reflexión y autoanálisis, supongo que hoy, fin de año, todos haremos nuestro singular inventario de nuestro 2009 o de nuestra vida...
y no desaparezcas tanto tiempo coño!