Me encuentro sentado rodeado de personas, algunas familiares y otras poco conocidas. Llevo la botella a mi boca y siento ese exhuberante sabor que alguna vez, hace muchos años, me pareció desagradable y que ahora tras años de continua degustación me parece irresistible.
La sensación que produce en mi paladar este preciado liquido es sólo comparable con el éxtasis poco probable de afirmar, pero relatado millones de veces, que sienten los vampiros al saborear la sangre de sus víctimas. Los pocos segundos de intimidad que existen entre el depredador y su víctima, la gloria de la supervivencia; un breve estado de nirvana total.
Enciendo un cigarrillo. Observo como se desarrollan las cosas que suceden a mi alrededor. Me sumerjo en mis pensamientos. Pruebo de nuevo el néctar de los dioses y entonces, siempre, siempre hay alguien con la pregunta, la misma pregunta y por ende la misma respuesta. Y es que ese ¨ alguien ¨ no es capaz de comprender lo que dentro de mi está sucediendo.
Con frecuencia, después de haber consumido cierta cantidad del ¨ néctar ¨ puedo darme cuenta de cómo mis sentidos se agudizan en una manera extraordinaria. Mi sentido del gusto estalla en una interminable lluvia de sabores, al igual que mi sentido del olfato. Con respecto a mi vista y oído, ambos sufren la misma transformación; tienen una percepción y agudeza increíbles. A la fecha aún no encuentro una explicación razonable de las mismas, pero simplemente me gusta.
En lo que concierne a mi intelecto, me parece que el mismo posee una fluidez inimaginable cuando está sometido a los efectos del ¨ néctar ¨, y es que poseo una facilidad incomprensible para resolver asuntos y problemas que tienen soluciones que a simple vista no son evidentes, aquellos casos en los que la gente tiene la respuesta ¨ en sus narices ¨.
De repente todo se pone muy lento, siento cierto mareo, situación que me es confusa y divertida a la vez. Un arranque de cólera repentina, y en pocos momentos me doy cuenta de qué la causa: Me hallo sin el preciado néctar, y a la vez que solicito se me provea de más enciendo otro cigarrillo, y en la primera bocanada siento como mis pulmones se llenan del Co2 que mi tabaco produce y entonces, de nuevo, el momento de gloria: Ahí esta mi néctar, de nuevo en mi mano, siento de nuevo el poder, y, al primer trago, veo como las cosas vuelven de nuevo a su rumbo natural, las cosas vuelven de nuevo a su velocidad.
Estoy alli, en la mesa, pero a la vez no lo estoy. Estoy en otro mundo, en el paraíso de la cebada, en el paraíso de las personas que durante siglos han sabido apreciar lo que beben. Entre ellos se cuentan hebreos, árabes, egipcios, judíos, musulmanes, cristianos, polacos, alemanes y un sinfín mas de naciones, religiones y culturas de las cuales sólo pocos saben apreciar lo que beben.-
1 comentario:
Me resulto muy curioso,leer lo que siente un borracho,sin animo de faltar el respeto,por supuesto,pero no encuentro otra palabra,.Esa combinacion de lo que sientes cdo no la tienes y el relax cdo te la ponen en frente ,no tiene otro nombre,en el plano literario,me gusto la manera en que lo expresas,mis saludos...
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